Han transcurrido apenas dos horas desde que comenzó el abordaje al Solstice y ya hay personas explayadas en la piscina exterior como si llevaran días, semanas, toda una vida en el barco. Uno los mira atónito – ¿Cuál es la prisa cuando quedan 7 días por delante? ¿Acaso en su urgencia vacacional se trajeron el traje de baño puesto?- pero lo cierto es que, muy en el fondo, nos carcome la envidia.
Porque así, plácidos sobre sus tumbonas aún pálidos y devorando sin recato unos nachos bañados en queso cheddar, ellos están impartiendo una sabia lección hedonista: en materia de cruceros no hay disfrute demasiado precoz. Y mucho menos si se llega a un navío como este, la última generación de la flota de Celebrity, la mejor naviera de barcos grandes según Condé Nast Traveller.
“¿Están listos para zarpar de Ft Lauderdale?”, pregunta el vocalista de la banda justo antes de entonar una versión caribeña de YMCA, a lo que los dicharacheros concurrentes en la cubierta responden con un ¡sí! atolondrado. El barco leva anclas rumbo a San Juan de Puerto Rico, St Kits y St Maarten, pero el crucero como tal comenzó hace rato, desde el instante en que hicimos el check in y paladeamos el primer sorbo de la champaña de bienvenida. Por algún motivo, algunos tardamos un par de horas en acostumbrarnos a la idea de que durante una semana el placer será el único regente. Una vez que se asimila ese dictamen glorioso, todo fluye.
Lo primero es dejar que la curiosidad recorra el barco. Caminar desorientado por sus cubiertas, sentirse un liliputense ante sus colosales dimensiones (122.000 toneladas), creer que el sentido de ubicación nunca logrará desentrañar el camino de regreso al camarote. Lo primero es el -irremediable y permanente- asombro. Después, viene la euforia: correr a apuntarse en el spa, reservar en los restaurantes de especialidad, tumbarse en la cubierta de grama con vista al océano, marcar con una equis en la programación las actividades a las que se quiere asistir.
Charlas sobre cómo acelerar el metabolismo, lecciones de francés, sesiones de yoga, catas de vinos. Basta con echar un vistazo a la agenda para caer en cuenta de que el Solstice eleva la experiencia de los cruceros a otro nivel. Celebrity trasciende el fatuo entretenimiento vacacional para convertirlo en una travesía de enriquecimiento donde el bienestar, la gastronomía y el conocimiento también tienen cabida. Naturalmente, sólo si uno así lo desea.
Bajo el concepto de Celebrity Life, la naviera ha ideado un programa que apoyado en tres categorías -renew (bienestar y rejuvenecimiento), discover (conocimiento y cultura) y savor (buen vivir)- brinda a los huéspedes una experiencia integral. No se extrañe entonces de que al regresar a casa la báscula marque milagrosamente algunos kilos de menos, o de que se haya convertido súbitamente en un gran catador del whisky bourbon.
Bienestar, sabor y descubrimiento son las variables de una ecuación cuyo resultado es nada menos que la versión mejorada de uno mismo. ¿Hay mejor coartada para justificar la necesidad de embarcarse en un crucero? Difícilmente…
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Dilemas oceánicos
Una semana en altamar puede convertirse en el mejor antídoto contra la indecisión. La poderosa artillería de actividades -todas simultáneas, atrayentes y distintas- aunada a las innumerables opciones gastronómicas, dejan un estrecho margen a la vacilación.
Cuando las agujas del reloj marcan las 11:30 am, al tercer día de navegación, las neuronas se debaten entre un juego de bolas criollas en la grama, un snack de media mañana en la Creperie, un momento de descanso en la piscina relajante Sollarium o las peculiares clases de Cha, cha, chá.
Nadie imaginaría que esta actividad tendría tanta receptividad y mucho menos a media mañana, pero ahí están todos haciendo su mejor esfuerzo y, ante todo, manteniendo el equilibrio a pesar de que estamos navegando “prueba fehaciente de que el barco no marea”.
Ya cuando toca la última pieza donde se aplican los pasos aprendidos queda comprobada una verdad que se repetirá en cada una de las situaciones a bordo: en el Solstice no hay miedo al ridículo, ni vergüenza, ni lamentos, sino puro y lúdico goce.
Será por eso que al anclar el barco en St Maarten al cabo del quinto día, aún cuando afuera espera una bella isla considerada entre las mejores del Caribe, parte de uno se resistirá a bajar a tierra firme. “Menos mal que el crucero toca sólo 3 puertos en el itinerario para así poder disfrutar bien del barco”, comenta una turista canadiense.
Y es que, con el paso de los días, el Solstice se convertirá en una cómoda y gigantesca mini capital del Caribe donde todos parecen tener lo que necesitan para alcanzar su propia definición de la felicidad, bien sea con una partida de bridge en la sala de juegos, en la biblioteca devorando una grata novela, bailando al compás de lasteelband una tonada de Harry Belafonte en la piscina exterior, observando cómo elaboran una minuciosa pieza de vidrio soplado, cenando con elegante parsimonia en el restaurante Murano o con un picnic que mire al océano sobre el primer césped natural de la industria de los cruceros.
Llegados al final del itinerario, cuando ya no se puede evadir la inminente despedida del barco, inquieta la pregunta de cómo se podrá volver a la vida real en tierra firme. ¿Será posible renunciar a los desayunos con salmón, a presenciar cada noche un espectáculo de primera en el teatro, a las clases de pilates todas las mañanas?
Por más que uno agote sus fuerzas anticipándose a la cruda vuelta a la cotidianeidad, la transición será igual de dolorosa. El único consuelo verdaderamente efectivo es correr hasta el Captains Club y caer en el cliché: reservar la siguiente travesía.
La cifra
2 a 1 es la relación de servicio por huésped a bordo. Son 1.250 tripulantes y 2.800 pasajeros.
Comensales exigentes
La alta gastronomía es un sello indiscutible del Solstice, donde la variedad y la calidad rigen cada banquete. Conozca las opciones a bordo.
Gran Épernay: es el comedor principal donde podrá almorzar o degustar cenas de 6 platillos sin costo adicional.
Silk Harvest: combina platillos japoneses, vietnamitas, chinos y tailandeses, acompañados por una selección de sakes.
Tuscan Grille: la selección de carnes de este steakhouse italiano complacerá a los carnívoros quienes se deleitarán con la vista a los puertos desde una gran ventana panorámica.
Murano: de atmósfera intimista y con un menú francés de 6 platillos, este restaurante -el más elegante- ofrece una experiencia excelsa. Ordene la degustación de postres en miniatura.
Oceanview Cafe: en este cafetín gratuito la idea de buffet se quedará corta, pues cada día, para cada comida, ofrecen una nueva selección de estaciones gastronómicas.
Blue: un restaurante de alta gastronomía orgánica y saludable reservado para los huéspedes de la Aqua Class.
Bistró On Five: crepería ideal para antojos inoportunos, que abre corrido todo el día hasta la madrugada.
Baccio & Gelateria: es el lugar: para probar helados y cafés.
Pretextos y más pretextos
1. Arte. El barco tiene una asombrosa colección de obras. Para apreciarla con detenimiento busque el catálogo en su camarote, el recorrido nada tendrá que envidiarle al de un museo. En la galería se realizan subastas silenciosas donde se pueden adquirir litografías de Dalí, o incluso piezas originales de pintores como Zami Stegnovitz.
2. Hot Glass Show. Una rareza en la industria de los cruceros y una de las grandes novedades de la clase Solstice donde podrá admirar cómo artistas del Museo de Cristal de Corning transforman el vidrio derretido en piezas artísticas.
3. Kids Factory. La guardería será un salvoconducto a la tranquilidad, pues educadoras profesionales se encargan de entretener a los niños con ingeniosos programas, mientras los padres disfrutan de unas horas de sosiego. Tienen las máquinas de videojuegos para los más creciditos.
4. Camarotes. Las cabinas tienen 15% más espacio que otros barcos de la naviera y casi todas poseen balcón privado. Para el diseño, Celebrity consultó a 5 mujeres, lo que se refleja en la comodidad: las duchas tienen apoyo para los pies, muchos compartimientos de baño, fina lencería y un televisor pantalla plana con un menú que permite ver películas gratuitas, hacer citas para el spa, consultar la cuenta de gastos y conectarse a Internet.
5. Sollarium: esta piscina es ideal para quienes buscan la relajación alejada del bullicio. La música zen y una relajante fuente de agua, así como tumbonas excepcionalmente cómodas, garantizarán el sosiego en un ambiente restringido para mayores de 16 años. Tiene 2 cotizados jacuzzis y su propio snack bar donde sirven frutas, sushi y ensaladas.
6. Espectáculos: quienes pensaban que para escuchar a la cantante de West End, Lindsay Hamilton había que viajar hasta Londres estaban equivocados. Bastará con llegar al Celebrity Central a la hora convenida, para dejarse conmover por sus interpretaciones de musicales. Ésta es apenas una muestra de las grandes producciones que diariamente se presentan en el teatro.
Coordenadas
– Rutas: el Celebrity Solstice para todo el año en el Caribe y realiza un itinerario mariposa lo que permite empalmar 2 recorridos (para un total de 14 días de crucero) sin repetir puertos. Los itinerarios son Ft. Lauderdale, St Juan, St Kits, St Marteen, o Ft. Lauderdale, Cozumel, Roattan, Bermudas.
– Reservaciones: para más información y reservas consulte a Selma Viajes, representante exclusivo de la naviera Celebrity Cruises en Venezuela. Teléfonos: (0212) 264 6151 y (0212) 266 4013 / 6489 / 7089. Web: www.selma.com.ve.
– Vuelos: American Airlines viaja diariamente desde Caracas hacia Miami. Para reservaciones y más información llame a: (0212) 209 8300 o consulte la página web: www.aa.com.ve
Un trago
En un barco pensado para el deleite sibarita no podía faltar una amplísima oferta de rincones para distenderse con una copa. Los pasajeros pueden escoger entre una cubierta con vista al mar, un lounge bajo un techo que simula un cielo estrellado o un bello salón que evoca un lujoso yate. Además en el Michael’s Club un pianista acompaña las degustaciones de whisky escocés y coñac.
Para disfrutar de ambiente más trendy, acérquese al Martini Bar & Crus, y si prefiere martar fiebre con la novedad de un Martini hidrogenado vaya hasta el Molecular Bar. El vino merece tiene su propio rincón: Cellar Masters, un espacio que ostenta novedosas máquinas dispensadoras de caldos, ideales para catar.
El Solstice ofrece más de 450 selecciones donde destacan lujosísimas cosechas como la Screaming Eagle (7.000 dólares la botella). No deje de probar la Cellarmasters Private Label, creada porKendall Jackson para Celebrity.
Vía: El-Nacional.com